El 15 de Diciembre, los 15 volúmenes de I’'s, de Masakazu Katsura.

Katsura es amor. Amor adolescente y ridículo, con triángulos imposibles y absurdos, pero amor al fin y al cabo. Escribía hace poco no recuerdo en dónde que no había encontrado ningún manga o anime que acompañara en las frías tardes de otoño, cuando tenía aquí una posible relectura fantástica. Mismo tono que Video Girl si le quitamos los temas de ciencia ficción y lo dejamos “sólo” en una historia de amores de instituto.

Tengo ambas obras en la misma edición de #planetadeagostinicomics, y ambas han salido ya en ediciones mejores, pero nunca me he animado a cambiar una por otra.

El 13 de Diciembre, los 13 tomos de Video Girl Ai.

Que hayamos visto una edición Kanzenban/Ultimate/Maximum/Chachi de I’'s antes que de Video Girl es una cosa que me hace estallar el cerebelo. ¿Por qué?

Recuerdo leer la primera edición prestada en lo que los viejuner hemos acabado llamado “tomos formato prestigio” y @listadomanga define como “Comic-book (168x257) rústica (tapa blanda) con lomo encolado”. Decía que recuerdo leerla, durante los atardeceres de un largo otoño, y quizá eso la engrandece en mi recuerdo nostálgico, pero para mi es una de mis lecturas tebeíles favoritas de siempre.

En cuando se reeditó en formato tankōbon tuve que hacerme con ella, y si algún día aparece una edición mejor ¡con extras! no sé si podré controlarme.

No cuento los tomos 14 y 15 que pertenecen a la serie Video Girl Len y en mi recuerdo eran innecesarios.

Qué cosicas tienen los triángulos amorosos que nos gustan tanto. Como en este noventero Video Girl Ai, que lo tiene todo.

Por tener, tiene conjuntos de ropa hijos de su época, peinados imposibles, un nivel de dibujo que por aquel entonces (del 91 en Japón estamos hablando) nos volvía loquísimos, y un argumento fantástico para el adolescente medio: para solucionar un desengaño amoroso, un videoclub aparece ante ti y alquilas una película de la que aparecerá una chica que cumplirá todos tus deseos.

Un videoclub, esto a los post-millenials os lo explico otro día.

Pero si tu reproductor de vídeo está roto, pasan cosas raras. ¿Qué podría salir mal a partir de aquí?

Se te va a acabar metiendo algo en el ojo que hace que pique, y lo sabes.

(@neverbot)

El 11 de diciembre, los dos palitos del número son las dos “i” mayúsculas que dan nombre a I’’s: Iori e Ichitaka.

¿Que está cogido un poco con pinzas este número? Bueno, puede ser. Pero yo quería meter I’’s en el calendario de #advienticuatropaginas y aquí me ha encajado 😉

Volvía Masakazu Katsura a deleitarnos con lo que mejor ha sabido hacer siempre: otra historia de triángulos amorosos adolescentes que me fascina.

Va tocando una relectura para estas navidades, igual que quizá va tocando una reedición de Katsura en kanzenban, ¿no?

(@neverbot)

Es curioso lo que encuentra uno, y el aprecio que le tiene de pronto a ciertas cosas prácticamente olvidadas en cajas durante años, en el momento que se está a punto de perderlas.

Recientemente he tenido la mala suerte de sufrir una inundación de trastero, donde aún tenía varias cajas de tebeos acumuladas por falta de espacio en casa.

Por desgracia muchas cosas se han perdido, como por ejemplo todos mis Astérix, Mortadelos y demás joyitas de mi infancia. Pero por suerte pude salvar algunas otras que os traigo aquí como curiosidad.

La verdad es que no me acordaba donde los tenía, pero me hizo muchísimo ilusión encontrarlos a salvo. En especial el Elric y la Dama de Faris de Lodoss de los que ya os hablaré más adelante.

Por lo pronto recordad amiguitos, con lo que cuestan ahora las cajas de plástico, olvidaos de cajas de cartón. Que nunca se sabe hasta donde puede subir el agua…

(@hecdruiz)

Ahora que ha pasado San Valentín y el nivel de azúcar ha descendido, podemos continuarlo nosotros con otras cosas.

Y es que no sólo de shojo vive el manga, el shonen está repleto de deliciosas ñoñeces a las que de vez en cuando se les puede dar una nueva visita.

¿Shonen moñas sí o shonen moñas no? ¿Opiniones?

(@neverbot)