Segundo intento de publicación, a ver si Instagram nos lo permite está vez…
Hubo un tiempo, antes de que los vampiros brillasen bajo la luz del sol cual bolas de discoteca, en el que se podía disfrutar de una buena historia de vampiros y decirlo sin vergüenza ninguna.
Y un ejemplo de ello es Crimson. En esta primera saga, que después disfrutó de un tomo bien majo, nos adentramos en esta serie de la mano de @ramosland y Brian Augustyn. Un inicio más que correcto para una historia de vampiros adolescentes con una ración extra de violencia, drama y sobretodo sangre.
Por suerte la acción avanza endiablada y antes de que podamos darnos cuenta, nos dejan claro que esto no es una simple historia de vampiros, si no que se viene un conflicto a una escala mucho mayor. Pero ya me extenderé más en este punto en futuras reseñas.
Como principal carta de presentación tenemos al señor Ramos a los lápices, con un estilo más tosco que lo que podríamos disfrutar posteriormente en Spiderman, pero que para mi gusto le va de perlas a esta historia, siendo un poco más sucio y exagerado.
A eso habría que añadirle un argumento que brillo especialmente en un punto que a la postre, haría destacar a esta serie como ninguna otra dentro del sello #Cliffhanger: continuidad.
Y es que aquí tenemos la primera serie de dicho sello que consiguió llegar a un cierre y mantenerse firme durante un par de años, mes a mes. Ojo que no es cosa baladí, que si nos fijamos en las otras series con las que se inició el sello, aún están esperando un cierre a día de hoy y apenas llegan a la mitad de las entregas que nos dio Crimson.
Por suerte además de ser estrellas del cómic de su tiempo, tanto Augustyn como Ramos demostraron un oficio y un respeto hacia el lector que, para los que quisimos apoyar el sello desde sus inicios, fue como un clavo ardiendo al que agarrarnos mientras esperábamos el resto de continuaciones.
Vamos que podéis echarle un ojo que no os va a dejar colgados, y si además os gusta la temática, tardáis.